Aragón, una región magnifica para los amantes de las motos, si exceptuamos los rigores invernales claro.
No me canso de hacer rutas por estas tierras que albergan algunos de los paisajes y ciudades más espectaculares de nuestro país.
En esta ocasión, os hablaré de la magnífica ruta que discurre entre Teruel y Cuenca, cruzando los Montes Universales, así como el parque natural de la Serranía de Cuenca, y pasando por uno de los pueblos más bonitos de España, Albarracín.
Saliendo de Teruel, en dirección Norte, por la A-23 o la N-234, buscaremos las indicaciones de Albarracín.
Esto nos llevará a la A-1512, que en los primeros kilómetros es una larga recta que pronto empieza a revirarse, gratificandonos con unas sinuosas curvas que nos permiten disfrutar de buenas vistas, diversión y algunos recuerdos de nuestra historia.
Tras una sucesión de curvas, llegamos a la increíble villa amurallada de Albarracín, una joya escondida entre los montes.
Es imprescindible perderse por sus calles, saludar a sus vecinos, esquivar algún grupo de turistas los fines de semana, y respirar su tranquilidad los demás días.
La plaza del ayuntamiento es un buen lugar en el que tomarse algo refrescante.
También encontraremos alrededor de la plaza, restaurantes con buenas vistas en los que pegar un bocado.
Una vez que hemos realizado la visita a este pueblo imponente, continuamos la ruta hacia Cuenca.
A los pocos kilómetros de Albarracín, tendremos precaución de tomar el desvío en dirección a Calomarde, en lugar de continuar en dirección a Orihuela del Tremedal, cuya visita dejaremos para otra ocasión.
Seguimos la estrecha carretera, disfrutando del relieve y de los matices del bosque hasta llegar al puerto de El Cubillo, límite entre las provincias de Teruel y Cuenca.
La naturaleza nos premia con fantásticas vistas mientras bajamos en dirección a Cuenca, ciudad que ahora ya viene claramente indicada en todos los carteles indicadores.
Por el camino nos encontramos con el embalse de La Toba.
Un poco después del embalse, existe la posibilidad de coger el desvío a la Ciudad Encantada.
Personalmente no la he visitado, pero al parecer esta atracción (de pago) consistente en rocas de grandes dimensiones, en las que la erosión ha formado curiosas figuras, suele gustar a los niños.
Y por fin llegamos a la ciudad de Cuenca, cuyas casas colgantes han sido una de las vistas más fotografiadas de este país.
No tendréis problemas para encontrar restaurantes o bares en los que tomar algo.
Para una copa por la noche, nada mejor que el mirador de San Miguel, cerca de la Plaza Mayor, sobre todo un sábado de primavera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario