Ya tocaba cambiar el líquido y purgar el freno trasero en mi KTM 640. Es una operación de mantenimiento muy sencilla, que hay que realizar con cierta periodicidad para garantizar una frenada de calidad.
En esta misma moto cambié el líquido de frenos delantero hace poco, con una mejora sustancial en el tacto y potencia de frenada.
Aplicaremos el mismo método en el freno trasero.
Con algo de práctica, es una operación que se realiza fácilmente en menos de una hora.
En principio, solo necesitaremos herramientas básicas, una jeringa grande de plástico, que se puede comprar en farmacias aproximadamente por un euro, al menos medio metro de macarrón transparente y un bote donde desechar el líquido usado.
Obviamente necesitaremos líquido de frenos nuevo de categoría adecuada, en mi caso un DOT 4.
Lo habitual es que en la tapa del depósito venga indicado el tipo de líquido necesario, en caso contrario se puede consultar en el manual de la moto.
Hay que tener cuidado con el líquido de frenos, es corrosivo y poder estropear pinturas o gomas.
Lo primero es despejar la zona del depósito de líquido. En el caso de la KTM 640 he quitado el asiento, tapa lateral y depósito de gasolina.
He quitado la tapa, que en este caso va roscada, así como la membrana que hay debajo, y las he limpiado bien.
Saco el líquido que hay dentro utilizando la jeringa, y desechándolo en el bote que ya tenía preparado. Dejo aproximadamente un milímetro de líquido en el fondo para evitar que entre aire en circuito, y aprovecho para limpiar el interior del depósito con un trapo limpio.
A continuación relleno con líquido nuevo hasta la marca del máximo.
Ahora es cuando me toca realizar la operación de bombeo que ya utilicé para el freno delantero.
Coloco una llave fija en el purgador de la pinza de freno así como el macarrón transparente de manera que desemboque en el bote.
La operación de bombeo consiste en presionar el pedal de freno mientras aflojamos un poco y volvemos a cerrar el purgador.
Solo es necesario aflojarlo un poco para que el líquido salga fácilmente. Normalmente es suficiente con un cuarto de vuelta.
El orden es el siguiente:
Empezamos a presionar el pedal con una mano, y lo mantenemos presionado
Con la otra mano aflojamos el purgador, el pedal bajará a la vez que sale líquido por el macarrón
Antes de llegar al final del recorrido del pedal cerramos el purgador
Soltamos el pedal para que vuelva a su posición alta y volvemos a empezar la operación
Hay que vigilar el nivel de líquido en el depósito, ya que irá bajando a medida que salga el viejo.
Es importante que siempre quede un poco en el fondo para que no entre aire, así que iremos rellenando cuando sea necesario.
Este es el líquido de frenos que he utilizado.
Seguimos purgando hasta que veamos por el macarrón transparente que sale líquido limpio.
El viejo suele estar turbio, e incluso llevar posos si hace mucho tiempo que no se cambia.
Con esta operación también eliminamos las posibles burbujas de aire que tuviera el circuito.
Si al actuar en el freno varias veces seguidas notamos que se endurece, probablemente sea porque hay burbujas de aire en el circuito.
Una vez finalizada la purga, rellenamos el depósito hasta el nivel adecuado.
Lo ideal es aprovechar un cambio de pastillas de freno para realizar esta operación. Primero el cambio de pastillas, y después el de líquido.
En esa situación alinearemos el nivel de líquido con la marca MAX del depósito.
Yo he realizado el cambio con las pastillas de freno a dos tercios de vida útil, y alineo el nivel de igual manera, a dos tercios del máximo.
De esta manera, cuando cambie las pastillas por una nuevas, al empujar el pistón de freno el nivel se alineará con el máximo. En esa ocasión tendré que abrir la tapa del depósito para que la membrana se reajuste al nuevo nivel y funcione adecuadamente.
La mejora ha sido espectacular. Ahora, al pisar el pedal de freno obtenemos un tacto firme y potente, cuando anteriormente era esponjoso.
Lo siguiente es llevar el líquido de frenos viejo a un centro de reciclaje, o punto verde, no olvidemos que es corrosivo y altamente contaminante. Tirarlo por el desagüe es garantizar la muerte de unos cuantos animales y empeorar a corto plazo nuestra calidad de vida.
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